17 de mayo de 2007

La dulce Xali del Cailahua

Tomado de Gustavo A. Prado: Leyendas Coloniales. Ediciones del club del libro nicaragüense, Managua, 1962.

Por la noches, dice un antiguo romance, vaga sobre el haz de las aguas de la laguna de Masayan el fantasma de la dulce Xalí.

Los pescadores tienen buena pesca en el plenilunio porque la dulce Salí vagas sobre el haz de la laguna de Masayan.

La brisa que riega el agua, hace y deshace los pliegues de la túnica de l a dulce Xalí.

Pescador, es el plenilunio; toma la barca y tu atarraya y ándate a Cailahua que la dulce Xalí va sobre el haz de las aguas.

Kieg, hijo de un principe Quiché, llegó un día a pescar por los dominios del cacique de Nindirí y prendose locamente de Xalí, la hija d este. Cuando de supieron sus pretensiones, el hijo del cacique de Jalata, llamado Nancimí, quien estaba ofrecido en matrimonio porque así convenía a una alianza que ambos caiques habían convenido, se sintió hondamente despechado; entre las pequeñas cortes hubo un movimiento de desagrado y juaron hacerle la guerra al extranjero que arrebataba la dicha del bravo Nancimí, mas el padre de Xalí, agradaba el matrimonio con Kiev, y no vio con desagrado los amores.

Herido en su amor el de Jalata, cuando supo que el amigo le era infiel a la palabra empeñada, dispuso hacerle una visita acompañado de numeroso séquito, llevando consigo un mil súbditos armados con lanzas y agudas flechas de huiscoyol.

En efecto, después de haber enviado un heraldo anunciándole su visita, se puso en camino el de Jalata embarcándose en hermosas canoas empavesadas llevando músicas y haciendo una feliz travesía sobre las aguas dormidas de la laguna de Masaya. Del otro lado esperaban para darle la bienvenida los del señorío de Nindirí que así mismo acompañaron con flautas, tunes, chirimía y tambores al cortejo que traía el de Jalata.

Que se dijeron los caciques es fama que nunca llegó a saberse, pero Kieg, unio su destino al de la dulce Xalí.

Las fiestas que acordaron fueron por varios días, celebrándose en la plaza torneos y simulacros divertidísimos, mas el mejor numero fue la casa del venado, hecho en plena selva hacia Ticuantepe.

Caía la tarde y las aguas de Masayan se tenían de oro y gualda, Kiev y Xalí habianse quedado atrás, olvidados de la vida y del mundo, engarzando un collar de horas para el porvenir. Nancimí que disfrutando entre el cortejo había asistido a la cacería, habiase adelantado y oculto tras la maleza espiaba el paso de la pareja.

De repente el zumbido de una flecha paso sobre a cabeza de los novios.

- ¿Oyes? – dijo Xalí.
- Si, es el pájaro que anuncia la proximidad de la noche.
- es una flecha – repuso ella -, mírala como quedó clavada en el tronco del Jenízaro.
- ¿Pero quien podrá ser?
- Solo uno: Nancimí...
- Ah –dijo el joven indio.
- Y no pudo decir mas, una segunda flecha mas certera le atravesó el cráneo y cayo muerto en el camino.
Xalí se precipitó sobre el cadáver adorado y besando la herida abierta por donde la vida se escapaba grito en el silencio de la tarde.
- ¡Kiev! Oyeme, soy yo tu Xalí...

Pero como un tigre salto Nancimí al camino y tomando por el talle a Xalí, le dijo:
- Mía o de nadie, Xalí.¡A mí todos!
Y brotaron de la maleza varios compañeros.

Bajaron por los despeñaderos de la laguna llevando a la princesa, travesaron la costa de rápida pendiente sembrada de lava y al llegar a las orilla, tomaron una canoa que los condujo a la parte opuesta, en donde se mira la roca cortada a pico de Cailahua: luego buscaron la parte accesible a la parte humana y bajaron hacia la gran cañada en donde corren las aguas lluvias a precipitarse en el despeñadero del Cailahua.

Era el plenilunio, la luna con luz perla baña el monte silencioso y Nancimí quiso con dulces palabras llegar hasta el corazón de Xalí.

El sol de la mañana sorprendio a Nancimí a los pies de Xalí, y ella desolada llorando al bien amado muerto.

- Di, Xalí, ¿no me quieres?
-¡Quiero la muerte para unirme con Kiev!
-Si eso quieres la tendrás ¡cruel!
Y retirándose a una distancia regular le dijo:
-Toma, ahí va y no serás ni de aquel ni mía.
Y le disparo una aguda flecha de huiscoyol.

En la roca, desde entonces se mira una sepultura abierta y alrededor varios jeroglíficos que dicen ser la tumba de la dulce Xalí.

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