Juan
Aburto
Íbamos
despacio y ya era bien noche.
- Ve
aquel hijueputa que viene allá.
- Ya
lo ví, me dijo apretándome el brazo.
El
otro se dejó venir. Y ví que era igualito a él; los mismos ojos, el pelito
parado, la bocota, hasta el caminado.
Pero
venía directo sobre él: ni siquiera se ladió. Se le metió de frente, como sombra.
¡Uno solo se hicieron!
Como
despidiéndose, el me gritaba:
- ¡Estoy
claro, hermano!...
Yo
salí huyendo. Ahí quedó él.
Esta bonito pero corto
ResponderEliminar