6 de junio de 2012

El otro


Juan Aburto

Íbamos despacio y ya era bien noche.

- Ve aquel hijueputa que viene allá.

- Ya lo ví, me dijo apretándome el brazo.

El otro se dejó venir. Y ví que era igualito a él; los mismos ojos, el pelito parado, la bocota, hasta el caminado.

Pero venía directo sobre él: ni siquiera se ladió. Se le metió de frente, como sombra. ¡Uno solo se hicieron!

Como despidiéndose, el me gritaba:

- ¡Estoy claro, hermano!...

Yo salí huyendo. Ahí quedó él.

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