28 de mayo de 2012

Tío Grillo, el Sajurín


Anónimo.

Un rey perdió su anillo costoso.  Sus tres criadas lo robaron, pero él no lo sabía.  Hicieron tragarlo a un pez grande en el estanque del jardín. El rey llama a los sajurines del reino.  Quiere que alguien adivine el lugar de su anillo precioso.  Dice que el voluntario puede vivir en el palacio por tres días comiendo y bebiendo como un rey.  Pero, si después de estos días, no encuentra el anillo, le cortaría la cabeza.

Ningún sajurín quiere el trabajo.  ¡Los sajurines no quieren perder sus cabezas!  Tienen miedo y no están seguros que puedan descubrir quien robó el anillo.  

En la ciudad, vivía un viejito quien por ser muy contrahecho lo apodan Tío Grillo.  Cuando oye el anuncio del rey, piensa: “A mí, me gustaría pasar tres días en el palacio real.  Puedo comer como el rey.  Puedo beber como el rey.  No puedo adivinar el lugar del anillo.  Pero, mi vida es tan miserable; no me importa morir después de los tres días.  Si me quedo aquí, puedo morir de hambre.”

Dicho y hecho.  Tío Grillo se presenta como sajurín al Rey.  El Rey no está seguro que Tío Grillo sea inteligente, pero lo acepto.  Dice, “Trato es trato.  Debes descubrir mi anillo en tres días o te cortará la cabeza.”

Una criada lleva a Tío Grillo hasta una habitación.  ¡Es fantástica!  Tiene una cama gigante.  La alfombra es muy gruesa.  Los muebles son muy elegantes.  La criada le trae una comida como si fuera el rey.  Antes de meterse en la cama, Tío Grillo piensa en los tres últimos días de su vida y se dice, “Ya vi el primero, me faltan dos.”
  
La criada lo oye.  Ella piensa que él sabe su secreto, que ella es una de los ladrones del anillo. En seguida va a hablar con sus cómplices. Otra criada acepta de atender a Tío Grillo el día siguiente. Ese día siguiente, Tío Grillo está contento. Come tres comidas ricas y excelentes. En la noche, entra en el baño para lavarse en la bañera enorme. 

La lleva con agua caliente y jabón de oler.  Descansa en el agua y dice a sí mismo, “Ya vi dos.  Me falta uno.”  Tío Grillo quiere decir que sólo un día le resta de vida.  Pero la criada lo oye y ella piensa que quiere decir que él sabe que ella también es ladrona. La segunda criada corre y habla con las cómplices.  Tienen miedo.

El tercer día la tercera criada sirve a Tío Grillo.  Los dos están el comedor. La mesa elegante está llena de comida rica. Después de comer, Tío Grillo, despidiéndose de la vida mortal, dice, “Y vi los tres.” La tercer criada, como sus amigas los otros días, piensa que él conoce su secreto. Cae de rodillas y dice, “Nosotros somos las ladronas.  Por favor, no nos denuncie.”  La criada explica a Tío Grillo el lugar del anillo.

En la mañana, el rey está sentado en la biblioteca del palacio.  Hay estantes de libros en todos lados.  Desde las ventanas se puede ver jardines con flores y plantas del mundo (y el estanque). Tío Grillo entra.  Le dice al rey que el anillo costoso está dentro del pez del estanque.  Todavía, el rey no puede creer que Tío Grillo sea verdadero sajurín. Le hizo otra prueba. La cocinera destazó el rabo de una chancha y lo enterró en el jardín.  Cubrió el entierro con flores.  El rey dice a Tío Grillo, “¿Qué hay enterrado aquí?”

El tío está perplejo y preocupado. Exclama, “Aquí sí que torció la chancha el rabo.” (Es el refrán que se usa cuando uno tiene razón con algún caso, pero se erra en otra.) El rey, sorprendido, dice, “Tienes razón, es rabo de chancha en ese entierro.”  Sin embargo, el rey no cree que el Tío sea sajurín.  Tiene una última prueba de sorpresa.  Cuando el Tío no mira, el rey coge un grillo del jardín. Lo pone en su puño de la mano derecha. Pregunta al sajurín, “¿Qué tengo aquí en la mano?” El Tío no sabe.  Piensa algunos momentos.  Acepta que el rey conoce la verdad y va a morir.  Desesperado, se dice, “¡Ah, Tío Grillo, estás atrapado!”  

El rey, que no sabe el nombre del Tío, piensa que es, realmente, un sajurín.  Le da a Tío Grillo mucho dinero y honores.  El Tío no quiere pasar otras pruebas. Se esconde en un pueblo lejos del palacio y desconocido. Este cuento prueba de que cuando una persona está de buena suerte, todo le resulta bien por la bondad de Dios. Al contrario, cuando una persona está de mala suerte, todo le sale al revés, por la maldad del diablo que mete su cola.

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