Jorge
Eduardo Argüello
Cuando
terminó la guerra hubo un gran silencio. Esperé
noches y días el repique de las campanas del castillo. Yo
estaba descansando en un pequeño planeta. En el
asteroide había una fuente de agua, allí me curé las heridas. Lo mismo hice con
mi caballo. En el
asteroide había un pájaro color rubí. Este pájaro sabía -y no te miento- tres
mil idiomas y se sabía de memoria un millón de versos. Así
escuchaba al pájaro todo el día mirando al Universo y pensando en tí. Me dijo
el ave que conocía tu nombre.
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