2 de mayo de 2007

El Coronel Arrechavala

Tomado de “Arechavala y su alma en pena” (Fragmentos) en Milagros Palma: Senderos Míticos de Nicaragua. Editorial Nueva América, Bogotá, 1987.

Arrechavala es el personaje mas popular cuyo espíritu asusta por las noches en la calles de las barriadas de la vetusta ciudad colonial. Doña Mariíta del barrio Guadalupe que vio pasar a Arechavala por su casa, nos cuenta su aterradora visión:
“Era una noche oscura, oscura, yo estaba sentada en la acera delante de mi puerta hacia eso de las once de la noche. En aquella época los americanos ocupaban el país. De pronto se oyó un ruido extraño, cuando de repente yo sentí que un tropel de caballos venía del Laborío.

Mi casa era antes donde nació José de la Cruz Mena. Allí vivía yo, el caso es que oí el tropel de caballos que cogió para el lado de “la 21”, el cuartel. Ahí se paró y después solamente se oyeron los pasos de un soldado que seguramente dejó el caballo amarrado a un poste. Yo me decía ¿Quién será ese americano que viene por estos lados? ¡La sangre de Cristo! Y yo pidiéndole a Dios que no me fuera a decir nada por estar a deshoras de la noche en la puerta de mi casa. Yo me encomendé a todos los santos, ¡Santo Dios, Santo fuerte, santo inmortal, líbrame de todo mal!, Dios miíto, yo no sabía qué hacer.

Así fue, entonces, al pasar cerca de mi casa volvió a ver atrás y le vi el perfil que era de un hombre simpático. El siguió caminando. Después le oí sonar la espuela. ¿Qué cosa será eso? Me pregunté yo. Bueno, pero no le hice caso.

Siguió caminando hasta que llegó a al esquina de las Montenegro. Ahí se bajó y se paró en medio de la calle haciendo maniobras militares. Ya cogió él hacia la casa que ahora es de las Madrices. Golpeó, dio tres toques en la puerta y nadie abrió. Cuando dio otros tres golpes yo me dije: Ahí vive ese americano. ¡Qué extraño! Nunca lo había visto. La capa que antes era de color café al pasar delante de la casa, allá se miraba color turquí, azul prusiano. Después se paró en la propia esquina de las Matrices y volvió a hacer las mismas maniobras y agarró para el lado trasero del colegio San Ramón y la acera de la Asunción. Bueno, cuando estaba por llegar a la esquina para darle la vuelta al seguro, se encontró con un hombre.

Al ver eso yo me dije: Voy a esperar a aquel hombre para que me diga quien es ese soldado que va allá. Cuando el hombre se aproximó le pregunté:
-¿Viste aquel americano que va allá?
-No –me dice-, no he visto a nadie.
-¿Cómo no, si lo acabas de encontrar, hasta te topaste con él, cómo vas a creer, hasta te escapaste de caer –le dije yo asustada.

Pero él insistió que no había visto nada y me dijo que lo que yo había mirado era seguramente a Arechavala.

Efectivamente, Arechavala había dejado su caballo cerca de mi casa. Ya con miedo cerré la puerta, me fui acostar, me dormí, y me puse a soñar con el señor que vivía conmigo, que era zapatero, Félix me decía:
-María, ve quien viene ahí.
-¿Quién? –le dije yo asustada.
-El coronel Arechavala – me respondió.

Pero fue diciéndome eso y sentí en sueños que el hombre me llevaba para adentro de mi casa. Ahí nomás me desperté. Cuando yo me desperté me puse a rezar y a rezar. Ya no hallaba qué santo bajar del cielo.

Entonces mi casa era de dos piezas. Había una puertecita que comunicaba las dos piezas. Cuando yo me desperté del sueño, vuelvo a ver por la puerta y diviso la silueta de Arechavala proyectada en la pared de mi casa, de la salita, con los brazos extendidos como lo había visto en la realidad. Yo quería gritar, pero me dije: ¡qué jodido, no debo gritar, tengo que tener valor! La gente va a decir que soy una miedosa.

Yo estaba con mi muchachita, la Leticia y ya no pude contenerme más. Cuando iba a comenzar a gritar el hombre dio la vuelta, y se fue, yo oí “tas, tas, tas”, sus pasos. Entonces se abrió la puerta, se montó en el caballo que, resoplando salió y hasta que relinchaba el jodido. Ya cogió para el Laborío de donde él había venido, mas para allá se topó con una mujer, y lo mismo, quiso hablarle pero elle tuvo miedo y se metió a su casa.

Después dicen que llegó allá por “las cuatro esquinas”, en la calle real cogió para el Chinchunte y en ese callejoncito, cuenta la gente que él platicaba con una muchacha que era loca. Salió de ahí y siguió caminando para el “platanal”. Dicen que lo encontraron en el camino del “pochote”. Al día siguiente fui a la venta a contar lo que me había pasado y me dicen:
-¡Qué pálida que venís Mariíta!
-¡Eh!, si no he dormido ni una gota en toda la noche, hermana, porque me pasé soñando tonteras y viendo fantasmas, vi. a Arechavala –le respondí yo.

Entonces ahí mismo hubo toda clase de comentarios y me comentaron que también habían visto a Arechavala, ahí por el rastro. Iba en su caballo que era un diantre, pegaba unas carreras como que lo iban siguiendo...”

Al terminar de contar su experiencia dona María evocó algunos datos de la vida del misterioso personaje con lo cual se justificaba su larga pena.

“Arechavala sale a medianoche. Yo no sé en que época vivió. Dicen que él andaba penando porque dejó muchos tesoros enterrados y esa es la cosa de él. Uno no debe dejar nada porque después anda asustando a la gente. Arechavala obtuvo sus tesoros de la misma manera que la gente rica ahora, robándole a los pobres sus trabajos. Durante la guerra de Malespín, la gente enterró sus tesoros y por eso ¡ay andan penando lo ricos!

Dicen que ese hombre les pega a las personas que encuentra en el camino. Una vez le dio unos chilillazos a un hombre que hasta se escapó de morir de los golpes. Él apalea a la gente para que no se salga en la noche. Dicen que se metió en la casa de las Valles, y ahí habían unos estudiantes estudiando, él quería pegarle pero los muchachos salieron corriendo.

Arechavala era español, vivía frente a San Juan, del Deposito media cuadra para allá como quien va para el río. Él frecuentaba esos lugares. Él trajo a San Sebastián, por eso lo enterraron en la propia iglesia de San Sebastián que el frecuentaba mucho. También mando a traer a otro señor que esta en la iglesia, pero de nada le valió porque ¡ahí anda penando!...”

...Otras historias que se cuentan sobre este diabólico personaje que aun aterra al sosiego del pueblo de León, dibuja mejor los contornos de su espantosa imagen. Doña Isidoro dice que Arechavala camina de noche por las calles solitarias. Al pasote la medianoche recorre la Calle Real, esas es su calle. Él anda en una mula que brilla, paj...paj...se oye y cuando va pasando sopla un airazo feo, como que fuera un abanico eléctrico, comenta la anciana de ochenta y seis años del barrio de El Calvario y, agrega con estupor: “Él sale solamente de noche, él era malo y su espíritu anda penando...”

“Por ahí, una señora compró una finca que era de Arechavala. Se hizo riquísima la mujer porque en las propiedades de Arechavala hay botijas. Dicen que compraba casas y casas donde enterraba el dinero. Dicen que por las noches se le oye contar sus reales, entonces la gente asustada para ver que es lo que pasa, pregunta si hay alguien pero nadie contesta. Cuentan que él se le apareció a una muchachita que quedaba sola en su casa porque la mamá iba a trabajar y le dio una gran botija de reales, repleta, para que la mamá no fuera mas trabajar y se quedara con la chavalita...”

Arechavala, según los relatos populares era un hombre muy rico, pero en su estado actual de alma errante, aparece haciendo gestos caritativos entre la pobretería, fiel a los principios del afortunado. En efecto, la caridad es un rasgo característicos en una sociedad en donde pocas manos detentan riqueza... Él formaba parte de los funcionarios enviado por España que constituyeron la oligarquía nicaragüense... Esta burocracia española de la época colonial acumulaba de manera desproporcionada capitales improductivos como son tesoros incalculables de oro, plata y bienes raíces... Arechavala aparece siempre en las visiones nocturnas montando su caballo de un lujo inimaginable, “con charreteras de oro, fajas de oro, ropas doradas, monturas, frenos, espuelas de oro, hasta los dientes del general y de su caballo brillan como el oro...”

...Cuentan que un día u campesino que araba su parcela de maíz, vio venir en la bajada del camino a un hombre trotando en su caballo. El brillo de los ojos del animal cegó al trabajador que no supo el rumbo del misterioso desconocido. Cuentan que esa es una aparición de Arechavala.

...Don Pedro, un comerciante ambulante del barrio San José en León nos afirma que Arechavala sale todavía y que las historias de sus apariciones no son “cuentos de camino”. Él dice que “Arechavala bajo el silencio de la oscuridad de la medianoche asusta con chirridos a tos el que encuentra a su paso. Él tenía una casa situada del colegio de Los Hermanos Cristianos una cuadra a bajo, ahí por donde vivía el panadero.

Si a los doce del día se bañaba una persona, la sacaba a chilillazos. Por la noche él sale en un caballo todo lujoso con charreteras de oro y hace un gran vislumbre cuando se aparece. A una de las muchachas Mayorga le salió el tal Arechavala, sobre la calle de San Felipe.

Un muchacho Escorcia se estaba muriendo después de una larga borrachera. La mamá vivía por donde “Masca-fierro”. Ya era como la una de la madrugada, entonces, la muchachita iba a buscar la ambulancia para que se lo llevarán al hospital, cuando ella a la esquina de los Bonilla, Arechavala pasaba enfrente de ella. De pronto no tuvo miedo porque no supo que era Arechavala. Lo que le extrañó fue que un hombre estuviera a esa hora con un caballo tan elegante. Él no dice nada pero la muchacha tuvo gran miedo cuando miro que el apero del caballo era de oro”.

La historia nos muestra a Arrechavala actuando en un período del segundo decenio del siglo pasado marcado por violentas insurrecciones contra la dominación española. Durante todo este período de agitación se destacó el coronel Arechavala, uno de los principales promotores de la adhesión de León al Imperio mexicano de Iturbide. (...) Arechavala, así como muchos oligarcas de la época enterraba sus riquezas, lo cual era inconcebible para el indígena que ve en la acumulación de bienes, la posibilidad de engendrar alegría colectiva...

...Por eso el espíritu de Arechavala debe quedar cautivo en esta tierra para vigilar sus tesoros enterrados cumpliendo con la condena irrevocable que le impuso el pueblo en el juicio celebrado en el momento de su muerte.

7 comentarios:

  1. Me parece super chiva esa leyenda pues yo soy arrechavala tambien, y mi familia obtuvo el apellido de el ya que el pego un hijo, de ahi se ha regado un poco el apellido. Aunque todos los arrechavala que viven en nicaragua somos familia hay unos pocos que tal ves no conozcamos.

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  2. Sí, es un leyenda intresante transmitida de generación en genración. Según lo que cuentan los abuelos, pasado cierto tiempo, se desvanece el embrujo, ¡así que no te preocupés!

    Gracias por tu visita.

    R. Mendoza.

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  3. me parece buena esta onda de leyendas,pero deberian darle mas publicidad porq apenas dos pelados hemos dejado comentarios aqui..ok?

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  4. Tenés razón con lo de la publicidad. Lo que sucede también es que no todos los visitantes dejan un comentario.

    Gracias por tu opinión y tu visita.

    R. Mendoza

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  5. Qué interesante! A lo mejor era un antepasado familiar ;-)

    Un abrazo de un Arechavala desde Euskadi

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  6. Yo tambien soy Arrechavala, y Que interesante esta la historia.. gracias por la informacion. Recien tambien aprendi un poco mas de mis raices paterna en el velorio de Doña Zoila Arrechavala. Saludos

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  7. sera verdad pues yo no le encuentro ningun sentido como lo que quiere es impresionar esta cuentista

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