17 de mayo de 2007

Leyenda de la Inmaculada en Granada

Tomado de Pablo Antonio Cuadra y Francisco Pérez Estrada: Muestrario del folklore nicaragüense. Fondo de Promoción Cultural – Banco de América (Serie Ciencias Humanas No. 9) , Managua, 1978.

El culto a la virgen fue iniciado por los frailes que habitaban en el convento, contiguo al actual templo de San Francisco. Este convento se llamaba de La Concepción por estar consagrado a la virgen de este nombre. Un suceso extraordinario vino a aumentar la devoción.

Una mañana del año 1554, las lavanderas, tendidas a lo largo de la costa del Lago de Granada, se dedicaban a su faena ordinaria. Eran mas numerosas que hoy. Cienes de mujeres emblanquecías las costas de sábanas, de todas las prendas de vestir. Una de ellas llamó la atención a sus compañeras sobre un bulto que se veía venir sobre las olas. La expectación de un pequeño grupo se tendió, y el horizonte fue una curiosidad. Algunas decías sus conjeturas, otras pasaron de las conjeturas a verificarlas.

El bulto se acercó, pero a cierta distancia de la costa se detuvo. Las mas curiosas se metieron en le agua. Cuando estuvieron cerca el bulto se alejó adentro. Tan pronto salieron del agua, quienes trataron de alcanzar el agua, volvió a dejarse llevar por las olas. Se hizo nueva tentativa, pero con el mismo resultado. La curiosidad aumento hasta la admiración. Hubo una espera. El bulto continuó a poca distancia de la costa, pero si avanzar hacia la orilla.

La curiosidad, ya excitada, hizo que muchas lavanderas, mas numerosas que la primera y segunda vez, quisieron atrapar el bulto. Muchas llegaron cerca. Veían que era un cajón, pero lentamente se alejaba, se escapaba misteriosamente, hasta donde ya no podían andar o nadar. Más allá de donde pudieran alcanzarlo.

Ante esta dificultad llamaron a los franciscanos, que vivían en el convento de San Francisco. Mejor que llamarlos, se diría que una romería llegaba a pedirles explicación de un hecho tan extraño.

Los frailes comprobaron el misterio. El cajón no se dejaba coger. Luego, los mismos frailes se introdujeron en el agua, y ante la admiración de la gente, que ya era todo Granada, el cajón esquivo se entregó a los frailes.

Abrieron el cajón y entre la admiración y la alegría encontraron dos imágenes de la Virgen. Cada una de ellas traía su dirección, La Virgen de la Asunción para Masaya y la de Concepción para Granada.

La segunda traía prendida en el vestido azul y blanco, la siguiente estrofa:
Desde el Castillo he venido
en un cajón embarcada
a la ciudad de Granada
para ser vuestra abogada.

Es fácil imaginarse el cuadro de admiración y alegría entre aquellas gentes. Fueron llevadas las imágenes en procesión a al Parroquia, hoy nuestra Santa Iglesia Catedral. Se desgranaron rosarios, se elevaron salmos se cantó con fervor a la Madre de Dios.

La otra imagen que venía en el cajón fue llevada a Masaya. Allá se consagró en el corazón de la ciudad.

Cuando hizo erupción el volcán Masaya, en el año 1775, arrojó tal cantidad de lava que se temió la destrucción de la ciudad. La corriente venía en dirección hacia Masaya y la población se consideró perdida. Sólo había un recurso: Dios. Con el ánimo contrito, y entre oraciones y cánticos, fue llevada la imagen de la Virgen de la Asunción hasta el lugar que desde entonces llaman “Piedra quemada”.

Los pechos de la gente ahí congregada elevaron una sola petición. Pasó un tiempo que puede haber sido una eternidad de angustia, y, cuando de nuevo se levantaron los ojos, la corriente había cambiado su rumbo hacia Tipitapa.

En señal de ese milagro, la Virgen quedó con los pies chamuscados por el calor de lqa lava, que cambió sus curso al acariciar sus pies.

La Virgen de Concepción ha mantenido su afirmación de ser la Abogada de Granada. Ha cumplido su promesa:
Cuando hizo erupción el volcán Cosigüina, en 1835, el cielo se cubrió de cenizas. Era tan densa, que hizo necesario alumbrarse con lámparas y candelas; tan fina que fue imposible todo menester.

Muchas personas creyeron que era el fin del mundo y, como siempre cuando los medios humanos son insuficientes, se apeló a Dios.

Me contó mi bisabuela que le había referido su madre el cuadro de tristeza y desesperación de la gente. Recurrieron al obispo y sacaron a la virgen en “rogación”.

Delante iba la Virgen, después el clero y, por último el pueblo rogando y llorando. Rezaban “El Santo Dios”, “El Todo Fiel”, “El Rosario”, en todas las calles de Granada y hacían penitencias.

DE repente se filtró entre la ceniza una claridad tenue. Luego se hizo más viva, como un amanecer, y, antes de llevar a la Virgen al templo, había cesado la ceniza y el sol lucía como un milagro de fuego.

Otra vez hubo una invasión de chapulines como nunca se había visto. Bandadas y bandadas venían como nubes. Millares volaban obscureciendo el claro cielo de Granada. Un ulular tormentoso sonaba sin cesar. En los frutales, en los grandes plantíos, en las casas, en todas partes, el chapulín arrasada con la más pequeña brizna de hierba. Como en tiempo de la erupción del Cosigüina, fue sacada en rogación la Virgen de Concepción. El mismo fervor sencillo y profundo.

Del sur aparecieron grandes bandadas de pájaros, Centenares, miles, que cortaban las cabezas de los chapulines y pusieron el suelo negro de animales.

Cuando los yankees, mandados por William Walter, incendiaron Granada, también quemó la parroquia. Entre aquel mar crepitante de llamas que quemaron los ornamentos, los altares, las imágenes, solo quedó la Virgen de Concepción.

Luego, cuando el cólera..., cuando..., sería coso de no acaba..., indefectiblemente el milagro se realiza. Cuentan que, si uno está en gracia de Dios y se fija en la virgen, le ve una estrella en la frente.

3 comentarios:

  1. QUE HISTORIA MAS HERMOSA ¡¡¡ GRACIAS.

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  2. Pero no tenes datos históricos que aseguren lo que escribes???... digo, lo sucedido en el relato en qué año paso, cosas como esa quisiera saber... att: Roberto Sirias

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