4 de abril de 2013

El hombre y la manzana

 
Joaquín Pasos
Había en la plaza pública del pueblo un árbol nacional. Era un manzano que tenía una sola fruta en sus ramas. Esta manzana era hermosa, fresca, y todos los señores serios del pueblo la querían para sí.

Cada domingo se reunían los viejos alrededor del árbol, y uno tras otro brincaban por coger la manzana. Unos la querían porque decían que era una fruta milagrosa que hacía rejuvenecer. Otros, porque era muy jugosa. En fin, todos se la querían comer. Todos, excepto uno de los vejetes, el que era más constante y más tempranero los domingos, el cual brincaba hacia la fruta, no precisamente por ganas que le tuviera, sino porque había prometido a su mujer llevar la manzana a casa para adornar la sala.

 

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