Mercedes Gordillo
Durante las noches, acostada en mi cama, no podía dormir, tenía mucho miedo a la oscuridad. Si tenía sed prefería aguantarme. Si quería ir al baño mejor no iba. Si veía pasar una sombra, llamaba asustada a mi mamá, ella me decía suavemente:
– Todos los niños tienen un angelito que los cuida.
– ¿Y cómo es?, le preguntaba yo
– Chiquito como vos, anda desnudito, parece acabado de nacer, está en todas partes y no se ve.
– ¿Y camina?, pregunté curiosa.
– No, me contestó, porque él puede volar con sus alas abiertas.
Y me dormí con un vientecito delicioso, mirando una pluma que entró por la ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario