Jorge Eduardo Arellano
A mis amigos chilenos
La vida conyugal de don Andrés
Bello, fundador intelectual de Chile, se inició en Londres. Allí matrimonió con
la inglesa Ana María Boyland, que le tuvo dos hijos; viudo nueve años después,
reincidió con Isabel Antonia Dunn. Ella le dio diez retoños más.
No obstante, cada mañana
dominguera íbase con sus amigos a folgar indias en Peñalolén, por lo menos
hasta 1847, año de la publicación de su Gramática de la lengua castellana
destinada a los usos de los americanos. A los pocos días, decidió aprovechar
una salida de doña Isabel Antonia al mercado central de Santiago para poner las
manos en la masa de la criada más agraciada, costumbre que había mantenido con
mucha discreción y parsimonia.
Inesperadamente, al constatar
el olvido de su paraguas, doña Isabel Antonia retornó al hogar encontrando a
don Andrés en el lecho folgatorio que compartían desde 1824.
—¿Don Andrés, estoy sorprendida
—reclamóle doña Isabel Antonia, con el respeto que le dispensaba a su cónyuge,
modelo de sensatez, cordura y caudalosa doctrina.
—No, señora —replicóle el
gramático—. Usted está estupefacta. ¡El sorprendido soy yo!
(1997)
No hay comentarios:
Publicar un comentario