2 de mayo de 2007

Los Gamonales

(Tomado de “LOS GAMONALES” de Enrique Peña Hernández: folklor de Nicaragua. Editorial unión, Masaya, 1968)

Partiendo de la Iglesia de Magdalena, se prolonga hacia el suroeste la calle de El Arenal, ancha y hermosa. Como a 250 varas desemboca sobre esta calle el camino del Bajadero de Monimbó que le entra por la derecha en dirección opuesta, formando un ángulo agudo.

El lote de terreno comprendido por los dos lados de este ángulo es llamado la “Punta de plancha”, porque tiene tal figura.

A la vera norte del bajadero, a poca instancia de la “Punta de plancha”, sobre una pequeña loma se destaca el campo santo de los indios de Magdalena (Monimbó de abajo).

Todos los indios dicen que en la propia “Punta de plancha” se dan cita los brujos: allí llegan micos y chanchas brujas, ceguas, etc.
Este lugar es temido de noche.
La proximidad del cementerio los torna más tétrico.
En ciertas noches de lunas, a las 12 e punto llegan a este sitios unos hombres altos, fornidos, montados en caballos negros, relucientes, de buena raza. Estos jinetes andan lujosamente vestidos y su cabalgaduras ricamente enjaezadas.

Llegan al citado lugar, a la hora señalada, de diversas direcciones.
Al caminar se oye el rechinar de los arneses, ruidos metálicos y chirridos de cueros nuevos.
Una vez congregados en la “Punta de plancha”, sin desmontarse, se ponen a conversar en voz baja. Solamente se escucha el cuchicheo.

Después de cierto rato de conversación, sale todos juntos apareados, en dirección de la Iglesia de Magdalena; y no se sabe para donde cogen.

Los indios cuando oyen el trote de los caballos se encierran u ocultan; y los que están en sus chozas se quedan calladitos; y casi no tienen valor de mirar por los encañados. Estos jinetes son los gamonales. Son muy temidos, pues dicen que manejan uso látigos con los que fustigan a los que encuentran por el barrio.

Se cree que sean los demonios, pues nunca se les ha visto la cara, porque andan embozados y sus vestidos con negros. Pero algunas viejas indias opinan que talvez sean los espíritus de antiguos jefes o caciques que, montados en caballos fantasmas de los españoles se presentan al barrio a la media noche para recordar su autoridad...
¡Los gamonales...!
¡Los gamonales...!
Exclaman los indios cuando los oyen; y corren despavoridos a ocultarse en los montes o e alguna choza.

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