20 de julio de 2007

Hecatombe

Por Edgar Escobar Barba.

Un antropólogo encuentra un manuscrito, o mejor dicho, lo que queda de él, y sus arrugas del tiempo. Tembloroso, lo empieza a traducir a pesar de que la gente que lo acompaña no presta atención o le da por mofarse de su contenido.

El científico comienza: nadie quiso hablarle a pesar de que lo reconocieron. No pudieron aguantarle la mirada, por más irónica o retadoramente que le pusieron. Guardaron silencio cuando varios lo retaron a golpes o varias le reclamaron de su supuesto abandono. Se burlaron de él, aunque a solas cada uno le dio por llorar salitre o agua de ojo contaminada. Todavía un par le dijo que era una leyenda, un mito, que estaba pasado de moda. Que en realidad nunca tuvo existencia, fue un invento de otro sofista. Le pidieron amor en lo que se drogaban, le pidieron amor en lo que se recostaba Lat con dos hembras y otro hermafrodita. Los más descarados le dieron la espalda e intentaron amordazarlo, no fuese que dijera la verdad y les terminara su gran negocio de utilizar su nombre, vuelto a puro consumo, trastocado en fanatismo: ya no habría pretexto para declarar las guerras fratricidas en su nombre. Nadie quiso pasarle la cuenta, ni siquiera aquellas adolescentes que vociferaban contra él en lo que continuaban sus destrampes para tratar de huir del vacío de sus propias existencias.

Los desenfrenos de toda índole provocaron las enfermedades que se la achacaron por su presencia. Los infieles apedreaban a los no adúlteros mientras lo apuñalaban a él con las lenguas y miradas. En silencio se fue al despuntar la pestaña del horizonte.

Abrazados y contemplativos, una pareja entendió el mensaje y cavaron un gran hoyo en la tierra. Pronto darían fruto nacido del uno, del amor creativo. Fueron la excepción. El restante, siguieron como si no hubiese dejado ningún rastro de su retorno. Lo que más lamentaron es el que no pudieron tomar árboles, pues ya no existían, lo lamentaron por no volver a hacer la t y ahí izarlo para escarnio de los no tan nihilistas. En eso, fue sentir un enorme chispazo. Quedaron más que ciegos o quemados. El mundo quedó hecho trizas, todo el contorno como arrancada la piel. Fue el mismo hombre dijeron, aunque tres moribundos afirmaron que había sido el castigo de Él, por ignorarlo, por no prestarle atención ni ser nuevamente humildes. Chispazo. Medio volver a ver. Desierto. Adornado por estatuas. No fue necesario imitar a la mujer de Lot ni de Lut. Esto aconteció hace un siglo, era attlántidasss, y desesperado el científico grita:

- Ya no caven, deténganse, no entienden lo que he traducido: hoy es el aniversario de aquella hecatombe, y en lo que les cuento esto, y me leen, no nieguen que sentimos su presencia, nuevamente vendrá o enviará a un emisario.

El viento aumenta, aumenta ¿Será un arcángel o nuevamente es él mismo que viene a alertarnos? No sigannnnnnn.....leyéndome, noooooooo..... - ( los demás desaparecieron, burlándose.)

1 comentario:

  1. Entre tan grandes frases entiendo la sustancia de lo escrito , pero el mundo cree que es mentira , que todavía hay tiempo... pero vendrá como ladrón en la noche .

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