6 de mayo de 2010

Leyenda de un gigante

Patricia Natalia Cuadra.

(Tomado de Literatura para niños en Nicaragua, Antología. Selección de Vidaluz Meneses y Jorge Eduardo Arellano. Managua. Editorial Distribuidora Cultural /Fondo Editorial ASDI-INC. 1995)

Varios siglos atrás, existió en algún lugar de América, un joven indio, cuya única ambición era la de poseer poder. El joven era orgulloso y presumido, siempre quería estar por encima de los demás. Los dioses al notar la presunción y orgullo que caracterizaban al mancebo, y su deseo de adquirir pode, pensaron en darle un buena y dura lección.

Y así aconteció que una mañana, al despertar, el joven indio se vio convertido en un enorme y robusto gigante. Todos en la tribu le temían y obedecían, nadie se atrevía a desacatar una orden o deseo del mancebo por temor a su fuerza y tamaño.

“Al fin”, pensó el indio, “he logrado obtener el poder que deseaba, todos me temen y obedecen, soy el hombre más grande y poderoso de la tierra”

Pero un día el amor enterneció por primera vez el corazón del indio, y fue entonces cuando su castigo empezó. Pues a causa de su gran tamaño nunca podría desposarse con la doncella que supo despertar el amor en su corazón. Hasta ese día, el mancebo comprendió que el poder no da la felicidad, sino el amor.

Entonces, triste y arrepentido, el indio realizó que los dioses no la habían transformado en un gigante para regalarle el poder que tanto anhelaba, sino para hacerle comprender que no es el poder lo que da la felicidad, sino el amor. E imploró el joven a los dioses su perdón por haber sido tan ambicioso e insensato.

Los dioses, al ver que el arrepentimiento del indio era sincero, le otorgaron su perdón diciendo: “Has comprendido ya en qué consiste la verdadera felicidad. Nuestro objetivo, pues, está logrado, y por tanto, nosotros te otorgamos nuestro perdón y esperamos que nunca olvides esta lección. Y ten siempre presente que solo el amor, y no el poder, puede brindar la felicidad”.

El joven dio gracias a los dioses por aquella lección y nunca más volvió a desea poder. Tan solo deseaba amar y ser amado por la doncella que depositando en su corazón la semilla del amor, le hizo comprender la dulce verdad que por tanto tiempo había ignorado.

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