13 de octubre de 2008

Sol de Septiembre

Por Ulises Juárez Polanco
Primer Lugar Concurso Cuentos de patria (2008)

¡Qué extraño es el país de las lágrimas!
Antoine de Saint-Exupéry

La casa era humilde y no ayudaba que fuéramos catorce chigüines. Mamá vendía pan en el pueblo y nunca conocimos a papá; escuchábamos esa palabra y no la identificábamos con nadie ni nada, quizás con las papas que rara vez comíamos.

El mayor de nosotros, Primero, nos cuidaba. Ya no lo recuerdo, se fue a esta guerra apenas inició y nunca regresó. Un día le dijo a mamá, “Me voy al ejército, la Patria me reclama”. Me pareció extraño, su novia era Teresa, así que por días indagué sin éxito por esa tal Patria. Los más compasivos me preguntaban si el nombre no era Patricia o Priscila; yo llegué a pensar que en el mundo sólo había una Patria, aquélla que raptó a mi hermano y que sería hermosa y tranquila, a diferencia de Teresa, quien me caía mal. Pobre de mí, tenía diez años.

Luego fueron marchándose, uno a uno, mis otros hermanos. Cuatro de ellos se fueron en pareja, con un par de días de diferencia y a bandos contrarios. Así se fueron Segundo y Quinto, Tercero y Séptimo. Un mes después, Cuarto, Sexto, Octavo, Noveno y Doceavo (él dos años menor que yo) se sentaron en los tablones del patio, llamaron a mamá y la abrazaron: “Es por la Patria, vamos a luchar por ella”.

La guerra continuó en el país; cumplió ocho años de fuego y acero y en casa sólo quedamos cuatro hermanos. Mamá ya no vendía pan, el maíz costaba demasiado y de todos modos la gente del pueblo no tenía cómo comprar los bollos, así que entre todos le compramos una Singer centenaria que supuestamente fue de Blanquita Aráuz, la mujer de Sandino.

Una tarde mamá recibió un telegrama donde le pedían bajar al pueblo. Todos querían acompañarla, pero se los prohibí. Como hermano mayor, les ordené quedarse y no salir bajo ninguna circunstancia. “Alimenten al chancho, el pobre parece perro”, fue lo último que les comenté cuando salí hacia mi destino. “Mamá, vos también te quedás. Ahora iré yo”. Jamás olvidaba la entereza con que mi madre, vestida triste de negro, había caminado nueve veces rumbo al pueblo a recibir la noticia de muerte en combate de alguno de sus hijos.

Llegué a la oficina y elogiaron mi valor de aparecer. Me arrastraron al cuarto contiguo mientras me resistía bajo una fachada. No era ningún baboso, ya tenía edad para el servicio militar y sabía que si no me enlistaba “voluntariamente” irían a la comarca a buscarme, y tal vez a Onceavo, Treceavo y Catorceavo, ¡ninguno de ellos tenía trece años! Por eso fui, por ellos. Odiaba esta guerra que mataba con balas a los involucrados y de hambre a los civiles, mientras los culpables felices en sus fincas y mansiones.

“Aquí dice que tenés edad suficiente para luchar por la Patria”, dijo el sargento. Ya lo ven, nuevamente ella. Para alguien a quien “la Patria” le había arrebatado diez hermanos, tal explicación era la peor forma de reclutamiento. Hice lo planeado. Me escapé nomás tuve la oportunidad y me uní a la guerrilla para sí luchar por la Patria.

Los años pasaron y de no ser este mundo incomprensible, hubiera sido feliz con esta guerra que pronto ganaremos.

Pero no lo seré.
Sé que hoy cuando liberemos al pueblo, me encontraré a Onceavo y Treceavo repeliendo la toma, leales al tirano. Ordenaré a mis hombres un alto al fuego. Les gritaré qué diablos están haciendo ahí, y mis hermanos dirán, “luchamos por la Patria”. Suspiraré bajo el sol de septiembre, mis lágrimas lamentarán que nadie nos enseñara que la Patria es una y que luchar “por la Patria” es luchar contra ella.

Las ráfagas siempre tiñen la tierra con sangre de hermanos.

Si lo hubiésemos aprendido antes, si alguien nos hubiera domesticado en la paz, y no en la guerra, mamá nos tendría en la comarca, a nosotros catorce, viéndola coser con su Singer centenaria. En cambio, mamá sólo tendrá aquellos telegramas fúnebres y en vos, Treceavo, hermano mío, al último de nosotros.

Todo porque en este país de las lágrimas nadie aprende que el hogar es la Patria y la Patria, el hogar.

6 comentarios:

  1. Muy buen cuento. Felicidades.

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  2. Estoy de acuerdo. Estos son lo nuevos escritores que están surgiendo actualmente.

    Espero que leas el resto de cuentos.
    Gracias.

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  3. Muy buen cuento....FELICIDADES

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  4. ¡Los otros cuentos tambiés estan buenos!

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  5. Es muy doloroso pero es la realidad que muchos viven...lo esencial es invisible solo con el corazon se puede ver bien.(Saul Exu...).

    Felicidades.

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  6. LO ESENCIAL ES INVISIBLE SOLO CON EL CORAZÓN SE PUEDE VER BIEN.( Saint-Exupéry)

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