17 de julio de 2007

Las Cañitas

Por Juan Centeno

Las Cañitas
es un pueblo olvidado de Nicaragua. Aquí no llegan los periódicos. No hay luz eléctrica, agua, ni teléfonos. Hay una escuela, una iglesia, la barrera de toros, chinamos, putas. Un sólo televisor blanco y negro que funciona con una batería de carro de 12 voltios, no hay correo, no hay molino. En un tercio de las casas se elabora cususa de atado de dulce. Parece un pueblo del oeste, la gente usa pistolas y prefiere andar en mula que en caballo pues la mula resiste más. Hay cerveza y coca cola, pero se beben calientes. En invierno es puro lodazal y en verano abundan los polvasales. A las cinco de la mañana las mujeres se van a acarrear el agua, después de llevar el ganado a pastar. Las fiestas se hacen con candiles y una grabadora National de cuatro baterías.

Juan Burula es dueño de uno de los tres buses que acarrean gente. Sale a las dos y media de Las Cañitas, su ayudante es Güirila, también lleva a Víctor, su hijo, quien conduce a toda velocidad por pendientes bordeadas de abismos, la gente se persigna para llegar a salvo. Antes no se viajaba los jueves pues los malos espíritus ocasionaban ponchones de llantas o asaltos de camino. El bus lleva desde chanchos, perros, gallinas… hasta cuajadas, sacos de frijoles y otras cosas.

Toño Bermúdez, el hijo de la Balbina Salgado, se robó a la Ana Julia a las ocho de la noche. El papa de la Ana Julia es Chico Blanco quien vivió con la Balbina hace años.

La Ana Julia es linda y frondosa. Cuando Toño hizo el plan para robársela hubo una confusión, entonces vino Leandro, conocedor del plan y aprovechándose tomó su lugar. El sitio era muy oscuro. Leandro agarró del brazo a la Ana Julia y se fueron por el camino. Cuando por fin la chavala oyó la voz del impostor le dijo: ¡Vos no sos Toño! el hombre la quiso violar ay nomás pero ella huyó. En la carrera se le reventó una chinela y también dejó tirada una pintura de labios que después el impostor mostraba como trofeos de guerra. En el pueblo todo mundo la buscaba. La Ana Julia no volvió a su casa pues había quedado bien revolcada, sino que se fue a la casa de un tío de Toño, aquel que no había asistido a la cita. A pesar que la casa del tío de Toño quedaba frente a la vivienda de la Ana Julia nadie sospechó nada. Ya entrada la noche, el tío se fue con la chavala a dejársela a Toño, se la dio en bandeja de plata y bien bañada.

El doctor Ramírez era enamorado de la Ana Julia desde que llegó a Las Cañitas a hacer su servicio social. La noche de los sucesos aquí narrados él le iba a poner serenata y la iba a pedir en casorio. Se dio cuenta de todo cuando el vendedor de telas que viaja por los caseríos desde Las Quebradas, pasando por Tomatoya, Las Palomas, Los Arauz, y otros lugares, se dio cuenta del alboroto y le contó al doctor Ramírez, quien estaba de paso por Las Lagunas, sitio cercano a Las Cañitas. Ramírez llamó por radio al puesto de salud preguntando si era cierto que se habían robado a su amada. Luego de tanto insistir con las frecuencias oyó el ruido de la estática y una palabra que por estar repetida le rompió dos veces el corazón: ¡Positivo Positivo!

Esa noche no durmió y se quedó afuera en una mecedora pensando en la Ana Julia. A las cuatro de la mañana escuchó el murmullo de las ancianas que pasan a dejar el ganado. Y las vio regresar con sus cuerpos cadavéricos, cuando la primera luz del amanecer proyectaba sus frágiles siluetas como si la muerte fuera pasando por aquellos olvidados caminos.

1 comentario:

  1. Jajajajaja es muy autentico y tenebroso=/:-P:-S:):-/:-P:-S:-D:-S:-P

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