28 de mayo de 2012

El viejo


Alejandro Bravo

 La cara que van a poner los muchachos en la oficina cuando me vean  retratado en el periódico de mañana.   Ojalá que Chema se dé cuenta. La  verdad que ya me estaba cansando el papel de perro guardián en la oficina, que los muchachos me dijeran «Don Ramirito» entre la burla y el  miedo, que el hijo del dueño me consultara algo y me palmeara la espalda como se acaricia a un perro fiel. Chema siempre me decía que no ganaba nada poniéndome al lado de los patrones, que estaba traicionando a los de mi clase y que el día que no me necesitaran me iban a botar como chunche viejo. Si me viera ahora, sí supiera todo lo que he hecho desde que se fue.

El responsable me dijo que estuvieron juntos en una escuela en la montaña, que allá el seudónimo que Chema escogió era «Ramiro». Andaba perdido esos días cuando discutía con él, le decía que no se metiera en nada, que terminara su carrera para que pudiera ser alguien en la vida ya que yo no pude, pero él ya estaba metido hasta donde no es con el  Frente,  me  decía  que  no  me  preocupara pero por debajera seguía trabajando hasta que un día se fue dejándome una carta donde lo explicaba todo. Seguro que a todos sus compañeros les va a enseñar mi foto mañana que lea el periódico y  lleno de orgullo les va a decir: «este  es mi papa» o por razones de seguridad se lo guarde en silencio y  cuando nadie lo vea derrame algunas lágrimas por su viejo. A lo mejor cuando triunfe la Revolución le dan una beca para que termine la carrera porque siempre fue buen estudiante.

Quisiera ver la cara de mi  responsable que por viejo no me  creía socón cuando los demás le rindan el informe y le cuenten el  susto que se llevó todo mundo en el Banco cuando el señor canoso, ensacado, sacó una pistola del maletín  puso manos arriba a todos, el montón de plata que recuperamos, la tuerce que a la salida iba pasando un jeep de la guardia y se armó la balacera. Vé a don Ramirito van a decir en la oficina, quien hubiera creído que andaba de guerrillero. Cómo me duele el pecho hasta respirar me duele, este montón de curiosos me está quitando el aire. Ojala que no venga a tiempo la ambulancia, no quiero que me agarren vivo estos perros. Ojala que Chema  vea el triunfo y le cuente a sus hijos  que tuvieron un abuelo guevón.

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