7 de enero de 2016

Del que atesora con el favor divino

Sergio Ramírez Mercado

Oh, hijo mío –decía S. E., ya en la ancianidad–, la decrepitud de mi mano me impide ya atesorar más de lo que tengo y que te lego por entero; mas debes tener muy en cuenta que no hay fortuna sin tesón ni riqueza que se haga sola. Ingenio, fortaleza, mano dura. He ahí las claves del éxito. He cosechado, ya lo ves, para el sostén de mi vejez.
   
Azul índigo, añil, grana cochinilla, cal viva, arena de río, café en cereza, algodón en rama, oro en polvo, plata acuñada, perlas vírgenes, mantos de seda, brocados, incienso, mirra, azúcar de panela, miel silvestre, cueros repujados, forjaduras de hierro, coronas y diademas, hielo transparente, frutas y peces, aperos de bestia, ganado de pezuña y ganado lanar, loros, pájaros y guacamayos, aves canoras y ruiseñores, monos y oropéndolas, imágenes sagradas, maderas preciosas, pieles de animales salvajes con su lustrosa piel manchada a trechos, pieles de víbora, carnes en salmuera, aguardientes, vinos de mistela y melaza para ron, ataúdes y catafalcos, rejas para portales y ventanas, piaras de cerdos, perros de montería, semilla de flores, ornamentos sagrados, bulbos de lirios, mosaicos, vidrios, tejas, lechos.
   
Plantaciones de cacao, de banano, de palo brasil, de raicilla, de hule, de sorgo, de trigo, de tabaco virginia, de café maragojipe, de caña, de verduras, de cebada; bosques de pinos, de cedro, de robles, de álamos, de maderos, de caoba, de guachipilín, de chilamates; pastizales y majadas; acequias, ríos, lagos y lagunas; estanques de recreo, huertos y prados; valles, colinas, costas, ensenadas, radas; minas, salitreras, caleras; hatos, aparcerías, barriadas, burdeles, colmerías, cuchitriles, tambos solares, estancos, pulperías, baldíos, denuncios.
   
Dueño del agua y el jabón, de los parques, de las plazas, de los instrumentos de labranza, de los instrumentos musicales, de la lotería, de las funerarias, del carbón, del alumbre, de las navajas de barbero, de los estoperoles, buriles, formones, plomadas; de las forjas, de los fuelles, de los yunques; de las canteras, de los hornos, de las herrerías; de los molinos, de las fraguas, de las acequias, de los arroyos; de las hilanderías, panaderías, mercaderías y cordelerías; de fritangas y estancos, de pulperías y cantinas.
   
Amo y señor de destaces, rastros y chiqueros; de los caminos, de las sendas perdidas, de las vegas, de toda abra, de todo atajo, de los campos, de los tremedales, de los perdederos, cascadas, voladeros, precipicios, alturas, pendientes, despeñaderos, rocas selváticas y rocas marinas, de las peñas altas, de los indios y de las madrigueras; del hilo y de las ruecas; de las pócimas y de los relojes públicos, de las campanas, de todo carruaje, de toda bestia de tiro, de toda bestia de carga; de todo animal de asta, pezuña, pelambre o casco.
   
De las cadenas, de los grillos, de los barrotes, de los chilillos, de las sogas, de los mecates, de las reatas; cuchillos, dagas, palos, fierros, picotas, alambres eléctricos, alambres de púas, bozales, cerrajes, llaves, llavines, fosos, focos, manoplas, púas, punzones, tenazas, verduguillos, puñales, bayonetas, bombas, cañones, rifles, ametralladoras, bazucas, tanques, carros blindados, aviones, granadas, gases letales y de todas las balas.
   
Porque atesora quien cuenta con el auxilio divino.

(Tropeles y Tropelías, 1971)

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