28 de mayo de 2012

Todo sucio y derrotado


Alejandro Bravo
(del libro Baile con el diablo y otros cuentos)

La expresión de la cara del hombre era de pura congoja. En el eco de su voz sonaban los acordes de un tango “al final se me va a morir este hijueputa” pensó el diputado. Mirá Carlitos, me hiciste quedar muy mal, yo te conseguí el puesto en atención a la amistad que tuve con tu papa, pero no fuiste a la manifestación y con justa razón te corrió el Administrador de Rentas. Vos sabés que el Partido casi no jode, te quita el cinco por ciento del sueldo para las actividades que hay que realizar, no tenemos el montón de reuniones, con el que otra gente pierde el tiempo soñando que van a echarnos del poder, pero cuando el General convoca, no hay tus-tús ni mica flaca. Todos tenemos que ir. Todos son todos. Hay que demostrarle al mundo que Nicaragua es SO-MO-CIS-TA. Que las pancartas de Somoza forever otro never, no son palabras de la boca para fuera, que lo sentimos de corazón, jodido. Y no sólo no fuiste sino que te vieron todo sucio, arrastrado entrando al pueblo al día siguiente. Y todavía tenés la caradura de venirme a decir que hable por vos para que te den el puesto otra vez. Qué cáscara!!

Mire don Tomás, las cosas no son como parecen. Yo sí fui a Managua. Estuve gritando en la manifestación como el que más, hasta ronco me quedé del VIVA SOMOZA  a cada rato. Puede preguntarle a cualquiera de los que íbamos en los dos buses que alquiló el Partido. Salimos de madrugada para juntarnos en Juigalpa con los demás liberales de Chontales, usted cree que vamos a dejar que  Don Alceo quede mal ante el Jefe. Aquello era un hervidero de gente en la carretera a las seis de la mañana, los vendedores haciendo su agosto a la orilla de los buses, vendiendo tortilla con cuajada, gaseosas y hasta pollo frito. En cada bus iban tres mantas SOMOZA=MÁS VIVIENDAS, la otra decía AQUÍ SOMOZA ES EL JEFE y la que yo llevé por una media hora decía eso mismo que Usted mentó hace ratito: SOMOZA FOREVER OTRO NEVER.

Para que vea que no le miento, en el mismo bus que yo, iba aquel Varguitas flaco alto, más chavalo que yo, Alejandro creo que se llama y Noel Rivas, un granadino que tiene fama de pueta y da clases en el Instituto. Con ellos fui chiliando y jodiendo todo el viaje hasta llegar a Managua. En el empalme de Boaco esperamos a los buses de allá y cuando nos juntamos éramos como cuarenta buses, una caravana que metía respeto, toda llena de banderas rojas, había mantas amarradas al costado de los buses, ingeniosos los boaqueños, nada de dundos como los jode la gente, mantas que decían BOACO ES LIBERAL, otras VIVA SOMOZA!!!

Cuando llegamos a Managua, los buses se quedaron cerca de la fábrica de la Pepsi, en la carretera norte. Allí nos organizamos por departamento y por pueblos, tomamos las mantas y las pancartas y a contestar a pleno pulmón las consignas que iba lanzando Oscar García, el panadero,  que era el que llevaba uno de los megáfonos. Así en orden fuimos entrando a la Plaza de la República. Yo nunca había estado en Managua, a los más que había llegado era a Juigalpa, iba viendo las casonas de dos pisos de la calle El Triunfo, el rótulo del cine Salazar que decían que competía de noche en materia de luces cambiantes con el del cine Margot, alguien dijo que por allí cerca de donde íbamos, quedaba la estación central del ferrocarril, cerca del hotel Estrella donde usted nos cuenta que se hospeda, que de paso le digo que me quedé con las ganas de conocer, vi la Catedral que me pareció majestuosa a la par de la parroquia de Juigalpa, otro señaló la marquesina ondulante del acristalado restaurante El Eskimo “el mejor  de Nicaragua” dijo con orgullo como si fuera cliente viejo de allí, no le dijo otro, no puede ser mejor que los Gauchos, que es del General.

Entramos a la plaza por el mejor de sus ángulos, entre el Palacio Nacional y la Catedral, pasamos a la orilla de la tarima donde estaba el Hombre vestido de guayabera, pañolón rojo al cuello, sombrero tejano que agitaba para saludar a toda su gente, que gritaba vivas y vivas. En esos vivas se vivaba también a su Padre, el Pacificador de las Segovias, el que trajo el progreso a Nicaragua, se vivaba a su hermano el demócrata, que supo manejar este país sin que aquí se desatara otra guerra civil desde el desgraciado momento en que asesinaron a Tacho Viejo hasta entregarle el poder al que ahora lo ejercía, Tachito, el vivo retrato de su padre, el Excelentísimo Señor Presidente de la República, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, Gran Maestre de la Orden Rubén Darío, Gran Maestre de la Orden Miguel Larreynaga, Presidente de la Junta Directiva de LANICA, Presidente de MAMENIC LINE, Presidente de Central de Ingenios y Anexos, Presidente de Hilados y Tejidos El Porvenir, Presidente de Canal 6 y Estación X, Presidente de la Liga Mundial Anti-Comunista,  Huracán de la Paz, distribuidor de los vehículos Mercedes-Benz en el país, el que iba anunciarnos hoy que por obra y gracia suya los gringos habían accedido a abrogar el humillante Tratado Chamorro-Bryan por el que los cachurecos habían regalado a los Estados Unidos los grandes lagos, las dos Corn Island, el río San Juan, el golfo de Fonseca y el istmo de Rivas. Es cierto que el General era el mejor amigo de los Estados Unidos en la región, pero la cosa no era para tanto y cuando se firmara la derogación del Tratado, Nicaragua alcanzaría una Segunda Independencia y el General se convertiría en un prócer nacional de la talla de los que nos emanciparon de España.

Habló Don Alceo en su calidad de Presidente de la Junta Nacional y Legal del Partido, todos los chontaleños sacamos pecho, será León la cuna del liberalismo y el lugar donde nació el Jefe, pero es un chontaleño el que mangonea el Partido siguiendo por supuesto las órdenes y los más recónditos pensamientos del General. A cada rato interrumpía un locutor de Estación X para gritar con voz engolada QUE VIVA SOMOOOZA!!  VIVA EL PARTIDO LIBERAAAL!!!  Don Alceo le recordaba al pueblo el atraso que vivió con otros gobiernos y el desarrollo que se había alcanzado con los Somoza y el liberalismo. Rememoró el oscuro momento de la entrega de la patria a los intereses extranjeros y dibujó con su discurso el perfil de estadista y demócrata del General, su amistad con los Estados Unidos y su calidad de paladín en la lucha contra el comunismo internacional que hacían de Nicaragua un bastión de la libertad, los brazos abiertos para todos los hermanos cubanos, que huyendo de los horrores del castro-comunismo habían encontrado en esta Patria de Darío una tierra de promisión, un segundo hogar.

Iba yo a pegar mi grito de VIVA SOMOZA cuando Manuel Suazo, el flaco que es contador en la renta de Juigalpa, me hizo de seña con el puño derecho semi-cerrado y el pulgar  enhiesto meneando el brazo de arriba para abajo, que nos fuéramos a echar un trago. Yo levanté los hombros preguntando ¿dónde?  y el flaco indicó estirando los labios dos veces que mirara hacia la esquina sureste del parque central, allí  estaban repartiendo bolis.

Ladeando la cabeza le dije “los juimos” y abandonamos el puesto de soldados del liberalismo para hacer fila detrás de unos campesinos de Matagalpa, nos dieron a cada uno dos largos tubos de plástico transparente con un líquido coloreado de verde dentro. Lo sacaron de un barril metálico cortado a la mitad y con hielo. Eso en la vida diaria es agua dulce con saborizante y es la barata delicia de los niños en estos trópicos, pero en jornadas electorales o políticas lo que lleva es aguardiente de caña, teñida con anelina para aparentar que es un bolis, pues nuestras leyes prohíben que en esos momentos de la vida democrática se distribuya licor. Pobres Padres de la Patria, cómo se les ocurre que la política de Nicaragua se hace con el cerebro frío.

Con el par de mameyazos entre pecho y espalda oí al General que empezaba a hablar, hacía el recuento de los desvelos de su gobierno por el desarrollo de Nicaragua, la cantidad de nuevas escuelas que se habían abierto, las exportaciones en auge, miles de nuevos puestos de trabajo, zonas francas que se instalaban en el país aumentando la inversión extranjera. Todo eso lo querían arrebatar los comunistas y sus corifeos del Diario La Prensa, que  haciendo el juego al dictador de La Habana querían extender la Cortina de Hierro por estas tierras benditas de Centro América, pero para eso estábamos aquí los liberales, soldados de la democracia, para detener a esos nuevos bárbaros, por eso los Estados Unidos, reconociendo los méritos de su gobierno, estaban dispuestos a abrogar el ominoso Tratado Chamorro-Bryan que entregaba el suelo patrio a nuestros vecinos del norte. Esto sería como una segunda independencia.

Las palabras del General, le juro don Tomás, que me inflamaron la vena patriótica y me fui con Manuel Suazo a hacer fila nuevamente por otro par de bolis. Ese guaro es del bueno, no como el que venden allá en el pueblo que lo bautizan con agua destilada y se tiene uno que meter como ocho riendazos de a peso, en unos vasitos altos y flacos, para que medio le llegue a uno el trago. Con cuatro bolis ya me se aflojaban las canillas, como esa canción Llegó borracho el borracho de Lalo González “El Piporro” donde el cantinero le dice al borracho “aquél que doble las corvas le va a costar su dinero.” Así estaba yo ya. Ni sabía dónde estaba la gente de Santo Domingo en aquél gential de la plaza que se me antojaba el doble de la que había. Oía la voz del General, pero no me enteraba de lo que estaba diciendo.

Sentí entonces el olor de los nacatamales, como esos dibujos animados que ven los chavalos en la televisión donde un ratoncito es atraído por el olor del queso y se va flotando en el aire llevado por el olor, así, le juro don Tomás, que me llevó el aroma de los nacatamales. Ya no pensé en encontrar a mi gente para marchar hasta el bus que nos traería de regreso, se me olvidó firmar la planilla de asistencia a la manifestación. Me fui detrás de un buen nacatamal, pensaba en la bocanada de aroma que sólo para mí sería en el preciso momento que abriera las hojas de plátano que lo envuelven y en el momento sagrado de probar el primer bocado de la masa de maíz, plena de achiote, con un toque lejano de naranja agria, hierbabuena y chile, para escoger un trozo de cerdo en el siguiente bocado, sentir cómo invade todo el paladar para rematar luego con masa de maíz con algo de arroz y adentrase unos diez minutos en la degustación de todo el aliño y quedar satisfecho, pleno, relajado como unas cuatro horas, tiempo mínimo para hacer la digestión.

Cuando me dieron mi nacatamal con su buen bollo de pan, en un plato plástico que llevaba impresa la foto del General sonriente, Sonrisal le dicen los envidiosos de la oposición en alusión a un polvo para la mala digestión que así se llama, también me dieron dos bolis de guaro. Me senté en una acera, en una calle cercana al Parque Central de Managua, me comí mi nacatamal, me tomé los otros dos jicarazos y no supe en qué momento me quedé dormido.

Vaya pensó el diputado, tango no es la música de la desgracia de éste, es Palo de Mayo. Los caribeños cuentan un suceso triste con una música alegrísima como Judith dronwded, se ahogó Judith. Vamos a ver qué otras mentiras me quiere meter. Ajá Carlitos, así que te dormiste bien mamado en las calles de Managua. Que pasó después, ya me intrigastes.

Me despertó una patada en las costillas, voltié a ver para arriba, con un gran dolor de cabeza de la goma y la boca reseca. Era de tardecita. A la orilla mía estaba una de esas camionetas nissan de la Guardia, tienen como una jaula encima de la tina, en Juigalpa la gente le dice la zaranda a la que hay. Montáte borracho que estás ensuciando la capital, me dijo el más perrito de todos los guardias que me rodeaban. Me levanté y traté de explicar que yo no soy borrachín, que soy empleado público y correligionario liberal, pero la culata de un rifle garand aplicada con fuerza en mis riñones me impidió hablar. Pasá me dijo una voz, te lo dijimos a la buena pero ustedes solo a vergazos entienden. Y después dicen que la guardia es mala!!

Me llevaron al Hormiguero, la central de policía que está frente a la Academia Militar. Allí un sargento me hizo una ficha y me dijo que me detenían por E y E. Dentro de la oscura celda maloliente donde pasé la noche con treinta presos más, me enteré que en la jerga guardiera eso significa Ebriedad y Escándalo, cual escándalo si los únicos gritos que pegué en Managua fueron los de vivasomoza. Como no tenía para pagar los veinte pesos de la multa me condenaron a una semana de obras públicas.

En la madrugada llegó un tenientillo que nos sacó a todos los de esa celda al patio y pidió que levantáramos la mano los que habíamos estado en la manifestación del General. Toditos los treinta.  Éramos de distintas partes del país y la historia de todos y cada uno era la misma. Por el bolis y el nacatamal nos habíamos perdido y ahora todos sucios, derrotados y enchironados no teníamos plata para regresar a nuestros pueblos.

El tenientillo dijo que agradeciéramos al General que nos mandaba a poner en libertad sin pagar la multa, pero que algo bueno teníamos que hacer por la ciudad capital, nos dieron unas grandes escobas, un carretoncito de mano y nos sacaron con un guardia que nos cuidara a barrer la Avenida Roosevelt.

Cuando nos dieron la orden de salida me acordé  que usted don Tomás, siempre me dijo que si algún día llegaba a Managua y me perdía, que buscara a los bomberos.  Le pregunté al guardia del portón y éste me indicó cómo llegar. Allí les conté que era de Santo Domingo y que estaba perdido, me prestaron el teléfono para llamar a su sobrino Alvin Salinas, es al único que conozco de su familia que vive aquí en Managua. Pregúntele si es cierto todo lo que le estoy contando. Ese chavalo es serio, no me dejaría mentir. Me dijo cuales buses tomar para llegar hasta Ciudad Jardín dónde viven,  un bombero me regaló los cinco reales de los dos buses que tuve que tomar, con más miedo que otra cosa. Alvin me regaló un pan dulce y una gaseosa para que comiera algo y me dio para el pasaje hasta Santo Domingo. Por eso me vieron entrar todo sucio y derrotado al día siguiente.

Mire don Tomás, lo que soy yo no vuelvo ni a probar esos bolis, ni a comerme un nacatamal en mi vida. Ahora que sabe la verdad no me deje morir, con un telefonazo suyo me vuelven a dar el trabajo, mi pobre mama depende mí  desde que enviudó y mis hermanitos también, hágalo por la amistad que tenía con mi viejo. Usted es diputado, todo lo puede. Somos correligionarios, no sea malo don Tomás.

El hombre se sonrió. La historia estaba como para uno de esos cuentos del italiano Boccaccio. Cierta o nó se había divertido un buen rato con las peripecias de Carlitos López. Quedó viendo la cara compungida del muchacho y le dijo volvé mañana, voy a comerme un nacatamal para pensarla.

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