Michele Najlis
Diógenes
pasó los largos años que duró su mísera existencia metido dentro de un tonel,
buscando un hombre. En el instante preciso de su agonía, reunió con gran
dificultad las últimas fuerzas que le quedaban, y alzó nuevamente su lámpara:
por primera vez, los ojos del filósofo contemplaron un rostro verdaderamente
humano: el de una mujer.
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