Omar D´León
Y
llegó el tiempo en que murieron los que jamás se desnudaron en el arte y seguí
pintando. Murieron mis padres y los padres de mis padres y seguí pintando. Se
murió mi país y seguí pintando. Se murió el cuñado Roberto Gregory y seguí
pintando. Murió mi amigo jardinero-reportero Gézner Cruz y seguí pintando.
Murió mi eterna amada musa Melba Debayle III y seguí pintando. Murió la
Baronesa Blawasky y seguí pintando. Murió el poeta Beltrán M., la June B.,
pintora hermana, mi tutor y padre lírico y poeta Quico F. M., mi respetado
maestro de pintura Rodrigo P. y seguí pintando. Murió el odio, murió la
traición, murió el régimen de los monstruos rojinegros y seguí pintando.
Murió
el amor y seguí pintando, murió mi amigo Joe D. y seguí pintando, murieron mis
novias, concubinas y modelos y seguí pintando. Murió la pasión y seguí
pintando, murió el mundo y seguí pintando, murió la muerte y la inmortalidad y
seguí pintando, murió mi corazón y seguí pintando, murió el espacio y el tiempo
y seguí pintando. Murieron las cosas y utensilios indomésticos y seguí
pintando, murió el Dios que creó el raciocinio y seguí pintando sobre el lienzo
solitario... y colorín colorado, este cuento no ha terminado porque aún estoy
pinto que pinto.
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