Pablo Antonio Cuadra
Como
el bote tenía un agujero, sentaron al niño Michín sobre el agujero y fueron
viajando. Allí está que, en llegando, el niño salta al fango de la orilla y
todos le ven cola de sapo. Y Michín ya se queda allí, desaparece, y va en busca
de nada. —¿Y qué? —Dije yo.
—Pues nada. Es peje ya Michín.
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