Adriana Dorn Rodríguez
En la pequeña tienda de mascotas
“Hogar Animal” la rebeldía tenía un nombre: Perlita.
Perlita era una cachorrita bien
distinguida. Viniendo de una camada de cinco hermanos completamente negros ella
salió negrita con patitas blancas y muuuy necia. Con el tiempo, sus hermanos
fueron desapareciendo en manos de personas mientras ella simplemente era
ignorada por sus patitas blancas y su falta de quedarse quieta. Perlita no era
de culpar, simplemente era diferente.
Doña Lupe, la dueña de la tienda,
adoraba a Perlita. Desde que la vio le llamó mucho la atención, pero no por sus
patitas blancas, sino porque era la rebelde de todos sus hermanos. Perlita se
apartaba y exploraba todita la tienda, oliendo, lamiendo, probando, mordiendo,
rompiendo, apartando y ladrándole a todo lo que se le cruzaba en su camino.
Doña Lupe a veces se encontraba con su tienda regada de un sin número de cosas
y pobre Perlita llena de quién sabe qué cosa.
“¡Ay Perlita, sos un caso! ¡¿Qué voy
a hacer con vos?! gritaba doña Lupe al ver el desastre. Pero Perlita la quedaba
viendo con ojitos de “yo no fui” y se iba a sentar en la alfombra de la tienda
que decía “Bienvenidos” a esperar nuevos clientes. Perlita solo quería aprender
y descubrir cosas nuevas a su manera.
“Parece que sólo yo te entiendo
Perlita. Las personas no te quieren porque la costumbre es tener perritos
completamente negros o completamente blancos y nada de gris. La gente tiene
miedo en ir contra lo que se acostumbra, pero yo sé que eres muy especial”, le
dijo doña Lupe sonriendo.
Pasó el tiempo y doña Lupe empezó a
observar a Perlita. Se dio cuenta que a pesar de lo rebelde, Perlita era muuuuy
coqueta. Brincaba y botaba los perfumes para perros y los mordía hasta abrirlos
sólo para revolcarse en el aroma. Pasaba la mañana lamiéndose las patitas para
que estuvieran bien peinaditas y sedosas y luego se montaba en la pecera al
lado de la vitrina para que la gente la viera.
“¡Ping! ¡Ya sé Perlita ven acá!” Doña
Lupe agarró a Perlita y empezó a pulirla. Le cortó el pelo, la bañó, la secó,
la peinó, le puso lacitos en las orejitas, un collar con brillantitos y no
podía faltar el perfume. ¡Gran talento el que tenía doña Lupe! ¡Perlita se vio
en el espejo y se volvió loca! Posando de todas las maneras viéndose cada
ángulo y ladrando de la emoción. Corrió hacia la vitrina montándose nuevamente
en la pecera y empezó a posar como lo hizo frente al espejo, la gente también
se volvió loca.
Al día siguiente doña Lupe tenía la
tienda llena de personas con sus perros pidiendo el mismo corte de Perlita,
algunos incluso pidiendo que les tiñeran las patitas en blanco. “No puedo darle
el mismo corte de Perlita y mucho menos las patitas blancas porque todos los
perros son diferentes, pero sí prometo resaltar la belleza única que tiene cada
uno de ellos”, explicó doña Lupe, y así fue.
Doña Lupe estaba llena de trabajo y
muy contenta. De repente escuchó a Perlita ladrar encima de la alfombra y vio
que un hombre alto, delgado y muy elegante la acariciaba. “Buenas tardes, mi
nombre es Feliciano Montegro y soy experto en tiendas de mascotas, tengo 56
tiendas alrededor del mundo. He visto cómo Hogar Animal se ha vuelto una
sensación y me gustaría comprar y expander Hogar Animal usando a Perlita
como imagen de la marca”, dijo el Sr. Montegro.
Perlita y doña Lupe se quedaron
viendo con ojos de sorpresa, ¡no lo podían creer! Pero Perlita bajó la cabeza y
se sentó al lado de doña Lupe. Doña Lupe sonrío y sabía exactamente lo que
debía decir:
“Muchísimas gracias Sr. Montegro, lo
que usted nos ofrece es una gran oportunidad y cualquiera moriría por
aceptarla, pero tendré que decir que no. Hogar Animal es mi vida, me
hace feliz, mejor dicho, NOS hace feliz, y venderla sería el peor error. La
felicidad no se vende ni se compra”. El Sr. Montegro les sonrío y se fue de la
tienda.
En cuestión de meses Hogar Animal
se convirtió en la tienda de mascotas más popular del país gracias a Perlita.
Su rebeldía y sus patitas blancas motivaron a doña Lupe en mejorar la tienda de
mascotas e hicieron que los clientes aceptaran las diferencias rompiendo las
viejas costumbres.
“Perlita, la belleza viene en
diferentes formas y tamaños y fue tu belleza interior la que me cautivó y tu
belleza inusual la que hechizó a todos mis clientes; yo sabía que eras
especial”, expreso doña Lupe.
En la gran tienda de mascotas “Hogar
Animal” el éxito tenía un nombre: Perlita.
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