7 de enero de 2016

De los trucos de la agonía

Sergio Ramírez Mercado

Un rumor subterráneo pregonó un día por la ciudad capital que una junta de médicos norteamericanos llegada secretamente al país para tratar a S. E. le había desahuciado al encontrar que padecía de un cáncer de la peor especie, noticia que provocó urgentes y sucesivas reuniones de los jefes de la oposición, quienes resolvieron alborozados cumplir con su deber de hacerse cargo del gobierno de la República al nomás producirse el desenlace fatal, y para este fin se repartieron de antemano entre ellos los ministerios de Estado, magistraturas, embajadas, aduanas y demás cargos públicos.
   
En previsión de un repentino anuncio de deceso, los jefes de oposición decidieron, por otra parte, permanecer día y noche con sus trajes de ceremonia puestos, a fin de no causar atraso en los actos de toma de posesión y las esposas de aquellos que se contaban entre los más prominentes se ocupa­ron en coser hermosas bandas presidenciales, por si la suerte.
   
En tal espera se pasaron tantos años, que ya en su ancia­nidad los jefes opositores sobrevivientes se preguntaban, aún vestidos de etiqueta, si aquello no sería a la postre una estratagema más de S. E. que con el rostro monstruoso por la carcoma del cáncer y escupiendo sangre entre las barbas seguía yacente en su lecho de muerte rodeado de sus médicos norteamericanos, enfermeras y edecanes, amarillo y huesudo entre los santos, los rezos y los cirios pero temible e inmortal, ordenando muerte, cárcel y destierro contra todo enemigo sin frac.

(Tropeles y Tropelías, 1971)

No hay comentarios:

Publicar un comentario