26 de enero de 2016

Felicidad eterna


Alba Patricia Ordóñez Pallaviccini

A mediados del siglo XV, en Venecia, Italia, surgió un movimiento llamado "Felicidad eterna" que invitaba a todas las personas (adultos, niños, ancianos) a reunirse a la orilla del mar, frente a ese lindo paisaje de las olas, su brisa y el sol radiante para buscar la felicidad que deseaban.

Pasó un tiempo y se reunieron 500 personas, dentro de ellas se encontraba un niño que había sido abandonado por sus padres, no tenía zapatos, andaba despeinado, sucio, pero sobre todo, no tenía a nadie quien le diera cariño, su alma lloraba por tanto dolor.

Los encuentros se realizaban a la puesta del sol, ya llevaban 5, el niño llamado "Franchesco" iba mejorando, pero aún no tenía claro sus sentimientos, hasta que un día en el puerto "Agua amorosa" se asentó un barco que traía un cargamento de sentimientos, entre los que estaban doña Sinceridad, don y doña Amor, don Respeto, doña Ternura, doña Confianza y doña Cortesía. Se hospedaron en un hotel cerca del mar para descansar.

Al día siguiente de su llegada, fueron a los encuentros y vieron a "Franchesco" solo y triste, pensaron que sería bueno conocerlo, platicar con él y ser amigos.

Ese mismo día platicaron, se dieron cuenta que tenía mucho dolor en su alma por falta de compañía, se hicieron muy amigos y pensaron que si pudieran introducirse en el ser de Franchesco, este podría tener cambios.

Todos se introdujeron en él y se notó una increíble mejoría; Franchesco descubrió que la felicidad está en tener claros sus sentimientos, en tener mucha y verdadera compañía.

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